LLAMA
Llama: “Camina con calma y determinación. Tu suavidad no es debilidad, sino templanza. Lleva contigo solo lo necesario y confía en ti.”
- Con mi paso firme y mi mirada serena, avanzo con la cabeza en alto, en medio de los desafíos.
- Mi verdadera fuerza reside en la calma interior.
- La perseverancia y la adaptabilidad son las llaves para superar cualquier obstáculo en mi camino.
MEDITACIÓN GUIADA: CONEXIÓN CON EL ESPÍRITU DE LA LLAMA
Cierra los ojos… y comienza a inhalar profundo. Deja que el aire de las montañas entre en ti… y limpie cualquier tensión. Siente el peso de tu cuerpo… y cómo la tierra te sostiene.
Inhalas calma… exhalas soltando lo no te pertenece.
Visualiza un camino de tierra clara… que sube lentamente por la ladera de una montaña. El aire es fresco… y la luz del sol ilumina todo a tu alrededor. Sientes liviandad, Te sientes libre.
A lo lejos, ves una figura tranquila. Una llama. De pelaje suave y mirada profunda. Se te acerca… sin apuro. Su presencia es calma. Firme. Segura.
La llama te mira… como si te conociera desde siempre. Y con su mirada… te transmite una enseñanza silenciosa:
“No hay necesidad de correr. Cada paso tiene su tiempo… y cada paso es sagrado.”
Caminas junto a ella… Ascendiendo suavemente por la montaña. Sin esfuerzo. Sin ansiedad. Te enseña a respirar con la altura… a caminar con elegancia… a estar presente en tu andar.
“No cargo lo que no necesito,” parece decirte. “Solo llevo lo justo. Y eso me permite llegar lejos.”
Te sientas junto a ella, en una pradera alta, donde el cielo se une con la tierra. Y ahí… en ese espacio, respiras. Simplemente estás.
Sientes que la llama te comparte su medicina… la fuerza tranquila, la resistencia serena, la sabiduría de quien observa sin juzgar.
“La verdadera fuerza no necesita mostrarse. Se revela en la constancia… en la paz interior… en la nobleza del corazón.”
Sientes cómo esta energía fluye hacia ti. Te envuelve… te habita… te transforma.
Y cuando lo sientes agradeces a la llama. Ella simplemente asiente… y regresa a su camino, dejándote con una sensación profunda de equilibrio y claridad.
Vuelves lentamente a tu cuerpo… a tu respiración… al lugar donde estás. Siente tus pies… tus manos… Inhala profundo… Y al exhalar… abre los ojos.